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Indigo: "Irremediablemente soy artista, necesito el arte como respirar"
Iñigo Azpitarte es Indigo y también amigo desde hace años.
Sabemos que un rato con él te puede llevar por caminos intransitados, porque Iñigo vive a corazón abierto, con una pasión contagiosa que te arrastra a adentrarte en la emoción pura. Lo que en Atlas solemos llamar stoked, esos momentos en los que te sientes a gusto, conectado, emocionado.
Hace meses que sabemos que Iñigo estaba embarcado en su nuevo proyecto musical Indigo y teníamos muchas ganas de que al fin viera la luz su primer single Summer Sun y poder hablar de él en este blog.
Podríamos decir mucho de este actor y músico zarautzarra, pero es mucho mejor que lo haga él con sus propias palabras que demuestran que su propuesta, su pasión y su música son un Proyecto Stoked que merece la pena conocer.
Iñigo Azpitarte (Indigo) en Atlas.
Para situarnos, tú eres músico, pero también actor. ¿Qué empezó antes, la interpretación o la música?
Empezó antes la interpretación, porque empecé a actuar desde muy pequeñito. Yo creo que tendría cinco o seis años.
¿Sí?
Sí, me parecía como una vía de escape del mundo real y me encantaba aquello.
¿Y la música?
Cuando era niño aprendí a tocar unos acordes y tal. Me gustaba muchísimo la música, escucharla y tal, pero hasta que fui a Estados Unidos en el 2004 por una cuestión familiar nunca se me había ocurrido. Escribía muchísima poesía y en Estados Unidos dije: “Uy, ¿y si le intento poner melodía a esto?” Y así empezó la música.
Entonces decidiste empezar a hacer canciones...
Sí, ahí, cuando estaba en Estados Unidos, le puse música a un par de poemas y ahí conocí a un argentino, Julián Muñoz, que era músico él y me dijo: “Oye, qué guay suena esto”. Y ahí empezó.
Indigo con su guitarra y una camiseta que dice "Love Wins" (el amor gana).
¿Y empezaste a hacer conciertos o solo a crear?
No, nunca pensé en dar ningún concierto, nunca me lo había imaginado. Bueno, es que tampoco sentía que tenía la calidad para hacerlo. No sé cómo decir, era como jugar, digamos, no sé, como experimentar. Y de repente fue cogiendo una forma, fui cogiendo como una expresión que tenía como un sentido o una identidad hasta que, un día, paseando por Donosti, fuimos a un bar en la universidad y vi el bar y dije “guau, quiero tocar aquí”.
Dicen que bajo el trabajo de los artistas, los escritores, los cineastas, independientemente de la temática de la obra, siempre hay un tema de fondo, un tema común a toda su obra. ¿Es tu caso? Y, si lo es, ¿de qué hablan tus canciones?
Sí, sí. Pero no me he dado cuenta de esto hasta coger una distancia grande. Quiero decir que haces una canción, escribes la letra, pues un poco vomitas lo que sale, pero le encuentras el sentido a los años y todas mis canciones hablan de una búsqueda personal mía. Esto es algo bonito de lo que me he dado cuenta, que al final he conseguido convertir en canciones mis mayores frustraciones, con lo cual creo que esa búsqueda personal es el trasfondo de casi todas las canciones.
O sea, que no solamente te produce una satisfacción artística, sino también...
Un bien personal. Sí, o sea, hago las canciones por necesidad, no por gusto.
¡Qué bueno! Así que estuviste tiempo haciendo canciones pero sin pensar que podrías dedicarte a ello...
Sí, hasta aquel momento del bar de Donosti. Aquello fue una aventura, porque iba a tocar con un chico que luego me llamó dos días antes y me dijo que él no tocaba. Bueno, le entró el pánico escénico y entonces el chico del bar me dijo “Yo tengo un hermano que creo que le va a gustar tu música”. Y fue como una especie de enamoramiento. Entonces, cuando di el primer concierto dije: “Me puedo dedicar a esto”. Por la reacción de la gente, aunque no exclusivamente por eso.
¿Y eso cuándo fue?
En el 2006.
De los sueños que tenías entonces, ¿cuáles se han cumplido?
Ninguno, jajajaja.
Jajajaja, bueno, igual han ido evolucionando...
Sí, sí, algunos se han cumplido. Bueno, pues tenía ganas de tocar en un escenario grande, con mucha gente, sentir esa sensación. Ese se ha cumplido. Hacer llorar a alguien con mi música, ese también se ha cumplido. Bueno, quería decir, transmitir esa emoción. Y los demás, bueno, están en construcción.
¿Cuál crees tú que ha sido tu mayor éxito o satisfacción?
Pues, toqué hace años en el festival Kutxa Kultur, cuando se hacía en Igeldo. Y ese momento cuando salí al escenario y vi el atardecer, el mar, la gente, esa emoción, ese momento ha sido el más feliz de mi vida. Y ahora que he vuelto, porque llevaba siete años prácticamente sin tocar la guitarra, ha sido como terapia el volver a la música.
Oye, y has vuelto por la puerta grande, porque abrir la Gala de Clausura en el Zinemaldi impone un poco, ¿no?
Un poquito, sí.
A ver, cuéntame cómo llegaste hasta ese momento.
Pues justo esta canción, Summer Sun, el single que se estrenó en el Zinemaldi, es una canción que tiene muchos años, y tenía una versión que me pidieron para cerrar una obra de teatro. Y a una de las actrices de la obra, de ir escuchándola le iba gustando cada día más y bueno, resulta que le pidieron que dirigiese la Gala de Clausura y dijo: “Esta canción tiene que estar”.
Qué bueno. O sea que ahí se encuentran los dos lenguajes, la interpretación y la música.
Sí, no están en departamentos estancos, aunque eso de hacer música también para obras de teatro es una faceta bastante nueva, pero sí, en la última obra de teatro que he hecho, la música es mía.
Bueno, has hablado de la canción del single, Summer Sun. ¿De qué trata?
Trata de un tío que siempre está como en un espacio de sufrimiento y que desea que quiere que llegue el sol del verano. O sea, quiere que llegue el sol del verano en primavera, digamos, que este es el juego, en vez de disfrutar la primavera como estación o el verano como estación, pues no. Él solo quiere el sol del verano, pero no es consciente de ese sol del verano ni cuando es verano. Es un poco un espacio de sufrimiento.
¿Tiene que ver con la fantasía que nos hacemos de algo que es imposible que sea completamente real?
Creo que más que eso, es como la insatisfacción, querer estar siempre en otro espacio, no saber estar aquí y ahora. O sea, estar como estancado en el pasado y mirando al futuro, sin pasar por donde hay que pasar, que es este momento.
¿Qué te inspiró la canción?
Esto es bastante curioso. Una noche estaba cenando en la sociedad y había una chica cantando y me pareció tan bonita la voz que dije: “Quiero hacer una canción a dos voces para que esta chica la cante conmigo”.
Ostras, ¿sí? ¿Y lo conseguiste?
Sí, sí. Hice la canción a la mañana siguiente y a la tarde ya la estaba ensayando con ella.
¡Genial! Por cierto, la portada que habéis hecho para la canción es súper bonita. ¿De dónde salió la idea?
Bueno, he tenido una época complicada y me fui a Canarias a renovarme. Y aquello fue un contacto con el mar y el sol tan directo, fue tan sanador, que quería que de alguna forma se transmitiese también en los carteles.
Cartel de Summer Sun de Indigo.
Sí, pues se transmite.
Sí, sí, sí. La verdad es que bueno, Adrián Viñas, que es el diseñador, es un crack y nos hemos entendido perfectamente.
Aunque Summer Sun la creaste hace años, el single lo has grabado este verano, ¿verdad? ¿Cómo ha sido el proceso?
Me puse en contacto con Oriol Flores, con el que anteriormente había tocado, y el me puso en contacto con Mon Dvy que ha sido el productor y lo hemos grabado en Mendavia en The Blue Studio.
Oye, y el video de la canción lo has hecho en la playa de Zarautz, ¿por qué esa playa?
Sí, el vídeo ha llegado de las manos de la artista Ainize Sarasola, que es una crack. Lo hicimos el 27 de agosto en Zarautz...
¡Estaría a tope!
Con un calor increíble.
Y tú abrigadito, abrigadito.
Claro, claro. Bueno, casi morí deshidratado ese día. Fue horrible. Pero bueno, quería enseñar ese personaje del que la canción habla. Hace años igual yo era ese personaje, pero por eso va con la cara pintada, porque ya no me identifico con él. Y bueno, era ese hombre que está en la playa en agosto caminando abrigadísimo, esperando a que venga el sol, cuando los demás pues corretean y se bañan en la playa. Y lo hicimos en Zarautz, bueno, porque es mi pueblo y porque en esa playa he tenido tantos paseos de esos...
Esperando el sol de verano.
Con mi música. Sí, sí, sí.
La palabra “stoked” se utiliza para describir la sensación después de surfear una buena ola, pero en Atlas la utilizamos para describir esos momentos en los que te sientes muy a gusto, muy pleno. ¿Puedes compartir con nosotros un momento “stoked”?
Joder, pues muchos, la verdad que muchos. Uno que se me ocurre fue en una clase de teatro. Le dije a cada uno del grupo un deseo que no podía comunicar, para que jugaran con eso. Al final salió una escena completa y nos quedamos todos fascinados. Fue un momento increíble de descubrimiento.
Háblame de tu faceta como formador.
¿Formador?
Profe de teatro.
Es que formador es una palabra muy seria. Como experimentador, tal vez. Bueno, es que a mí me encanta experimentar. Mi madre siempre me dice: “Sí, vale, pero no tanto”. Jajajaja.
Jajajaja.
Bueno, es que yo necesito probar todos los sabores que tiene este espacio en el que vivimos. Entonces, pues no sé. Surgen, esas cosas. O sea, ya me he dado cuenta de que irremediablemente soy artista y que esa parte la necesito como el respirar, digamos. Pero no sé si tengo el suficiente conocimiento como para formar... así que mejor experimentador. O compartidor.
Respecto a la ropa, ¿crees que es importante en el mundo de la música? ¿Cómo ha evolucionado tu forma de vestir desde que empezaste?
Sí, sí ha evolucionado muchísimo, porque cuando empecé era pantalón vaquero, camiseta negra y sombrero, que ahora lo veo y me parece como: “¡Guau! ¿Quién te dio aquella idea?” Jajajaja. Ahora, sin embargo, lo he trabajado, y con ayuda, además. He ido más a por un look icónico, para estar cómodo, que es importante, pero también tener ese plus en el escenario.
Iñigo, hacemos un cuestionario a toda la gente que entrevistamos, para que nos digas en una palabra. ¿Te apuntas?
Sí, vale.
Una marca: Atlas.
Una prenda: Camiseta.
Un color: Azul.
Frio o calor: Frío.
Playa o montaña: Playa.
Sol o lluvia: Lluvia.
Una persona: Mi madre.
Una comida: La paloma de mi abuela.
Un lugar: La ladera del camping de Zarautz.
Un proyecto: Indigo.
Un día: Martes.
Las fiestas de: Mi casa.
¿Y ahora qué planes tienes, Iñigo?
Tengo unas cuantas canciones grabadas y la idea es seguir sacando singles. El primer EP saldrá dentro de unos tres o cuatro meses. Producir, esa es la idea.
¿Y podremos ir a verte a algún concierto?
Sí, pero no tenemos ninguna fecha fijada, ha sido todo muy rápido. Ya os iré contando.
Después de estar componiendo canciones con sus poemas, sin más afán que el deseo de crear, Iñigo vio un bar y dijo: “Quiero tocar aquí”. De ahí salió su primer concierto. Algún tiempo después, vio una chica cantar y dijo: “Quiero cantar con ella”. Al día siguiente escribió Summer Sun y por la tarde ya la estaban ensayando juntos. Esa canción ha abierto la Gala de Clausura del Zinemaldi de 2023. Así es como Iñigo va experimentando y probando todos los sabores de la vida.
Como dice él, es irremediablemente artista y, por ello, no nos cabe duda de que seguiremos oyendo hablar de él por mucho tiempo. Y no porque seamos amigos y lo veamos con frecuencia, sino porque su pasión y su proyecto Indigo va a seguir dando que hablar.
Iñigo ya ha encontrado su sol del verano y nos ha hecho descubrir que ese sol sale cada día, sea cual sea la estación en la que nos encontremos.